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El búcaro de barro

Tardes de domingo

Tardes de domingo

            Recuerdo haber leído a mediados de los años setenta un libro de Michel Quoist de título “Oraciones para rezar por la calle”, había una referida a la oración de un sacerdote en esa soledad, muchas veces, agobiante del domingo por la tarde. Los años han pasado y esas horas vespertinas del domingo siguen teniendo, para mucha gente, esa pátina grisácea que evoca a la melancolía. Es como si a esas horas el fin de semana hubiera dado todo de sí y parte de las ilusiones del viernes se hubieran estrellado haciéndose añicos contra el muro de la realidad.Algunos no tienen problema rehuyen esas horas procurando que el domingo se alargue de manera irracional, son los que sumergidos en juergas y holganza no se plantean la semana hasta bien entrada la noche cuando están inoculados en los atascos de entrada a la ciudad o están, incluso, los que extienden su solaz hasta la madrugada del lunes, apoyándose en su cara dura en que ya tendrán para descansar el día siguiente.

           La cercana presencia del lunes empieza a pender sobre nuestras cabezas, anunciándonos y amenazándonos con las sombras de sus ajetreos, sus prisas y sus preocupaciones. Unas sombras que en la distancia parecen más peligrosas de lo que en realidad lo son cuando nos topamos de frente con ellas.

           Están, al fin, l@s que no tienen tiempo para preocuparse porque entre duchar a los niños, prepararle las ropas, preparar la comida del día siguiente y organizar la semana, no disponen  de ese lujo de entristecerse durante esas horas. Y más tarde están tan cansad@s que el sueño les invade antes de que se lo puedan plantear.

3 comentarios

Cris -

Ese libro lo vi durante años en la biblioteca de la casa de mis padres. Nunca le presté atención, en esa época tenia esa alergia adolescente a todo lo relacionado con la religión...

Yo en general adoro los fines de semana, simplemente por ser los días en los que puedo disfrutar con más amplitud de mi chico. Pero como trabajo en casa, y organizo el tiempo a mi gusto, no hay mucha diferencia para mí entre un domingo y un lunes. Ninguno de los dos madrugo demasiado.
Un abrazo.

melytta -

Pertenezco al último grupo, pero creo que el hecho de pertenecer acentúa más mi melancolía desde por la mañana.
Es más, la sentía desde antes, desde niña, esa quietud en las calles, esa luz, esos sonidos rebajados por la falta de tantos, del bullicio en definitiva.
Tanto si lo llenas de actividades como si lo dedicas a descansar son la antesala de los lunes.
Besitos y espero que te guste mucho el libro.

desiree -

Me encanta la forma que tienes de expresar las ideas y las realidades, Nunca me gusto el domingo por la tarde, porque finaliza el fin de semana y tenemos que enfrentarnos a la rutina del Lunes, Martes, etc...pero siempre te encuentro por aqui y eso me encanta¡¡¡