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El búcaro de barro

Visita al museo de Hergé

Visita al museo de Hergé

           Aunque resulte paradójico, mi iniciación a la lectura fue a través de unos dibujos, la de las aventuras de Tintin. Esas Bandes dessinées, como le dicen los belgas a los comics, de línea clara, magistralmente realizadas por Hergé. Mis escasas posibilidades económicas me imponía que sólo me pudiera comprar uno o dos de aquellos libros por año, lo que hacía que lo releyera tantas veces que me llegué a aprender cada viñeta, cada gesto de Tintin y su peculiar elenco de compañeros de peripecias. Con ellos viajé al Tibet, recorrí las selvas del Congo y las ciudades chinas, conocí América y Sildavia e incluso llegué a la Luna antes de que la pisara Amstrong.

Enamorado, desde entonces, de este extraño periodista que nunca escribió ningún artículo, no es raro de que cuando me enteré de que habían abierto el museo de Hergé, cerca de Bruselas, a pesar de que me separan 2173 km, decidiera que algún día tendría que ir a visitarlo. Al fin, este año lo he conseguido y por si alguien le interesa le diré cómo hacerlo tras la exhaustiva preparación que hice por internet.

Hay excursiones organizadas en español, pero si no coincide el día, como me pasó a mí, la forma de ir es en tren. Una vez en Bruselas, salimos temprano hacia la estación Central. No parece una estación de ferrocarril, por lo que no nos dimos cuenta que estábamos hasta que entramos por la puerta. En la estación es complicado encontrar cualquier punto de información. Las taquillas están situadas en la parte de arriba de la escalera. Hay que sacar billete  hacia Louvaine-Laneuve-Université y decir que se quiere de ida y vuelta (aller-retour). El billete tiene un precio de 10,60 euros. Desde Bruselas a esa estación hay trenes continuos cada 45 o 60 minutos, pero hay que tener cuidado que sea un tren directo. Algunos terminan en el pueblo anterior, Ottignies, y hay que trasbordar para una sola parada. El tren que cogí salió de Bruselas a las 9:25. El paisaje feo aparte de que el día estaba lluvioso. Llegamos a la estación de Louvaine-Laneuve-Université, a las 10:20. Muy buena hora porque el museo abría a las 10:30 y está como a 8 minutos de la estación.

Aquella parada de tren corresponde la de la Universidad Católica de Lovaina, alrededor se ven edificios universitarios. El único problema era la lluvia que caía acompañada de mucho viento. Menos mal que había algunos soportales, en los que hay restaurantes, comercios, librerías…y permiten resguardarte de la lluvia. Pero el museo está situado en un sitio desprovisto de soportales y aquellos escasos minutos hicieron que llegáramos chorreando al edificio moderno que alberga el legado de Hergé.

La entrada al museo es de 9,50 euros, incluye audioguía en distintos idiomas, incluido el castellano. Me pareció mágico después de tantos años haber llegado allí. No permiten hacer foto salvo en la galería de comunicación, una pena, porque me hubiera gustado llevarme muchos recuerdos visuales de la visita. El museo tiene unos 3600 metros cuadrados distribuidos en tres plantas y ocho salas. Allí se puede acercar uno a la figura de Hergé e ir viendo toda su evolución creativa. Descubrir bocetos, viejas ediciones, libros en distintos idiomas y objetos variados relacionados con el mundo de Tintin lo que hace las delicias de los tintinólogos, una especie que se extiende por todo el mundo. Algo negativo hay una habitación llena de libros de Tintin en distintos y extrañísimos idiomas, pero ninguno en castellano... Si queréis podéis entrar en la página web del museo para tener más información.

A la salida pasamos por la tienda. Muchas figuras tras las que se me iban los ojos y algunos recuerdos salieron de allí en mi bolsa. Que por cierto, la chica de allí un tanto desagradable, porque al pedirle otra bolsa de papel que tiene el dibujo de Tintín. Me dijo que no, que sólo una por cliente que si no todos pedirían otra. Insistí y le dije que el anterior a mí se había llevado dos bolsas y con muy mala gana me “soltó” otra bolsa.

Seguía lloviendo a la salida, reposición de fuerzas en un restaurante español que hay allí y con el mismo billete a la estación donde salió un tren a las 13:41 que llegó a Bruselas a las 14:35.

En cuanto a si vale la pena…por un lado sí, pero por otro no. Tal vez con un día soleado lo hubiera visto de otra manera.  Me resultó casi más interesante la visita al Centro Belga de la Bande Dessiné, donde hay una gran variedad de comics ese arte que en Belga ha tenido históricamente tanta importancia. Incluso a objetos y recuerdos de Tintin, se encuentran más que en el museo en Bruselas, en una tienda de Tintin que está junto a la Grande Place o en París en alguna de las tiendas de comic que están en la rue Dante. 

1 comentario

Teresa -

Bueno, al fin has realizado tu pequeño sueño, a pesar de que tal como lo cuentas, no ha sido todo miel sobre hojuelas. Quédate con lo bueno, y punto.