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El búcaro de barro

Escrito por otros

A una letra

A una letra

Cuando escribes, tu letra se parece a tu calma

al colgar la ternura de la mórbida erre

y al achicar los nombres hasta el mismo tamaño

de la voz de retoño con que pides, preguntas.

 

Es tu letra un riachuelo, peregrino de mares,

un manantial que brota sin pedirte permiso

de un oculto venero con verdades antiguas.

Son amigas del orden tus graves consonantes

 

y la vocal te nace con olor a violeta.

Se desparrama un mundo en tus eses finales

y todo se hace limpio cuando escribes un punto.

Déjame que acurruque mi dolor en tu letra

 

y que, subido al cuenco de la uve graciosa,

escurdriñe el misterio de esas olas marinas

con que las emes caen rendidas en la arena.

¡Qué mimado misterio ocultan tus palabras,

esas flores azules de tu tinta secreta!

(Pedro Miguel Lamet)

He traído esta poesía para reivindicar el valor de la palabra escrita a mano, siempre tan diferente, tan viva, tan variada y tan delatora de la mano que la escribe.

Don Quijote leyendo

Don Quijote leyendo

Tomo hoy prestado este dibujo de mi paisano MEL, un joven y excelente dibujante que, entre otros sitios publica en el DIARIO DE CADIZ, pero que también tiene su  blog donde cuelga su chiste diario y que os aconsejo visitar.

Me ha gustado especialmente éste que traigo aquí. Creo que todos los que escribimos debemos hacer una apuesta muy fuerte por la lectura y en un año tan quijotesco como éste me ha hecho gracia ver a Don Quijote participar de esa fiebre Potter-maníaca, al día siguiente de haberse estrenado otra película más de la saga.

La infidelidad irremediable

Si, al final,

ha de comer la tierra tus delicados huesos,

y ha de dormir tu boca como una orquídea tierna

debajo de raíces y lianas, qué importa

que estés tan descubierto y accesible,

que encauces tu saliva en otros surcos

que te des a pedazos cada noche

como Profana, y Cruel, y Santa Forma.

 

Sí, al final,

a de ser a despecho de tu carne radiante

y de todo el deseo con que te he coronado

espléndido despojo que posea la muerte.

 (Josefa Parra Ramos)

 

Necesitas...

...un minuto para fijarte en alguien,
una hora para que te guste,
un día para quererlo,
pero se necesita de toda una vida
para que lo puedas olvidar.