Unos días para recordar
Una novela escrita por la francesa Marie-Sabine Roger. Nos narra la historia de Jean-Pierre Fabre, un sexagenario que tiene un grave accidente, del que no recuerda nada, cayendo al Sena y siendo salvado por un joven prostituto. Se despierta atrapado en su cama de hospital, carente de toda intimidad con una puerta de habitación que nadie cierra. No tiene apenas familia, es viudo y sin hijos y desde esa peculiar atalaya que es esa obligada cama nos va narrando en primera persona con un estilo entre jocoso y avispado, con un matiz gruñón, el peculiar universo de su alrededor. Ante nuestros ojos aparece todo un elenco de médicos y enfermeras, un policía de aire melancólico, una adolescente que le quita el pc para entrar en Facebook, el joven que le salvó la vida... todos estos contactos le harán reflexionar sobre su vida. Unas reflexiones que se leen con la sonrisa en la boca, llenas de humor pero con su punto de seriedad y arrepentimiento como en cualquier vida. Después de esta experiencia hospitalaria, está claro que, la vida de Jean-Pierre ya no será la misma.
Un libro optimista que se lee con la sonrisa y la boca y, en ocasiones, invita a reír. Sus letras fluyen rápidamente mientras leemos, invitándonos a seguir hasta el final.
"En término de dolores, la gama es muy amplia, y el hospital los suministra al por menor y al por mayor.
Hay unos que roen y otros que desgarran. Los hay que oprimen, que trituran. Está el punzante, que no afloja. El invasivo, que sube y sube, que instala en sordina su material antes de dar rienda suelta al gran tambor y a los instrumentos de metal. El que late. El que dobla por la mitad. Los que vienen equipados como la Inquisición, aquí el hacha y ahí la sierra, "sujétame el cuchillo, cojo las tenazas".
Hay dolores cabrones que nos despiertan en plena noche y esperan con nosotros a que salga el sol. Los dolores viscerales y los dolores óseos. El familiar, que ha hecho su nido desde hace muhco tiempo, que forma parte de la vida cotidiana, que tiene la mesa puesta y la cama preparada. Los que se apuntan al baile siempre acompañados y después provocan naúseas, o ahogos, opresiones, vértigos, escalofríos.".
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