Vendimia

Oro en esferas luminosas y piel de seda, acurrucadas por el sol del fin del estío, que resaltan en ristras verticales acariciando la tierra polvorienta. Uva mimada con esmero durante meses de laborioso trasiego. Hoy, ya con alas, dispuesta a volar de la sombra de la parra que le dio cobijo.

 

            Cuando destellan las primeras luces en el cielo, las suelas gastadas agitan el polvo de los caminos dirigiéndose, como en una laica peregrinación, hacia las vides que sonríen con cierta inquietud por el bamboleo del viento. Manos rugosas con tamo incrustado en las arrugas de unos jornaleros, que desconociendo la poesía de este entorno, sólo pretenden transformar esa uva en pan para sus hijos. Caricias habilidosas de portadores de frentes brillantes cuyas gotas saladas al caer sobre el fruto se mezclan con el rocío de la madrugada. Arranque, acúmulo y transporte hacia esos lugares donde una magia ancestral transformará esas sólidas redondeces en líquido que fluye.

 

            Río de mil colores, sabores y aromas, que se porta en viejas copas y en vasos finos, que reside en casas pobres y mansiones de ricos, en orgías desaforadas y en contratos estrictos, en celebraciones amistosas y en reencuentros muy vivos, en acontecimientos familiares y cuando decidimos cambiar nuestro destino.

 

            ¡Ya ha comenzado la vendimia!

4 comentarios

[Gatito viejo - 05 de septiembre de 2007 - 11:58]

Delicioso texto. Me encantó saborearlo.
Saludos

[ana - 04 de septiembre de 2007 - 20:54]

Me ha hecho recordar tu post a cuando era niña y siempre preguntaba si no había uvas de postre.. hasta que llegaba este retazo de veranillo y nunca tenía suficiente: el olor, las manos pegajosas y dulces, ese sabor áspero que queda en la boca... mmmmmmm

[dsdmona - 04 de septiembre de 2007 - 10:48]

Precioso retrato de las uvas. Los campos en estas fechas están maravillosamente vivos.

D.

[la bestia - 03 de septiembre de 2007 - 23:12]

Uvas que mueren en la boca de mi hombre
Uvas del pecado