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El búcaro de barro

Paris, Paris

    Siempre se agradece el abandonar por unos días el suelo que habitualmente pisamos e ir a un lugar diferente donde, a medida que nuestros pies se agotan al caminar, nuestra mirada se amplía y nos ayuda a descubrir cosas nuevas. Eso es lo que he hecho durante varios días en Paris. Hubo cosas peculiares en esta ciudad que me llamaron la atención:

-Si te paras en un paso de cebra los coches nunca paran. Hay que cerrar los ojos cruzar y cuando te ven en mitad del paso de cebra se detienen.

-Los trenes del metro, al revés que en Madrid, llegan a la estación por la izquierda.-Cuando entras a comer en algún sitio, preferible pedir agua del grifo, que sale gratis, que una botella de agua mineral que te puede salir por tres veces lo que una cerveza en España.

-Las cafeterías aprovechan mucho el sitio y las sillas se encuentran excesivamente pegadas. Es dificil mantener así una charla con una cierta intimidad con alguien y más cuando encima las sillas de las terrazas no se ponen una frente a otra, para que se miren los que se sientan juntos, sino mirando hacia la calle.

-Si quieres ver bien el cuadro de la Gioconda...¡no vayas al Louvre! La enorme sala en la que se encuentra siempre está atestada de gente haciendo fotografías a un cuadro que se ve  a lo lejos con un cristal que enturbia su vista. Es fácil llevarse un pisotón o un codazo en dicho empeño.

-Si eres aficionado a los comics no dejes de pasar por la rue Dante, cerca del barrio latino, la disfrutarás.

-Si tienes niños mejor llevarlos a los museos antes de que cumplan dieciocho años, te sadrá la entrada gratis.

-Las calles se notan seguras, no es para menos cuando por la explanada de hierba que hay delante del Louvre, te ves pasear a tres jóvenes soldados con sus fusiles ametralladores en las manos.

-Para probar helados riquísimos no dejes de ir a la isla de San Luis ese recoleto terreno situado calladamente tras Nôtre Dame.

-Si montas en el metro no se te ocurra perder el billete, cuando menos lo esperas te encuentras un pasillo cortado por tres inspectores con cara de pocos amigos que te piden el billete para seguir el camino. No sólo lo piden sino que lo revisan comprobando fecha con detenimiento.

-Por 1,60 € vale la pena ahorrarse los nosecuantos escalones de subida al Sacre Coeur y subir en funicular. Mejor lleva el dinero suelto que no hay forma de oir y menos de entender a la chica que vende los billetes arriba.

-Si tienes "suerte" y tu avión se retrasa dos horas, aparte de hacerte amigos de toda la vida con tus compañeros de vuelo, la compañía aérea te regalará un bocadillo y una bebida.

6 comentarios

Neblina -

Estoy deacuerdo aunque respecto a los escalones del Sacre Coeur los subi andando aun teniendo el ticket, y no fue una sola vez, de hecho cada mañana salia de hotel y iba directamente a Montmartre para desayunar
Una ciudad preciosa

dsdmona -

Yo vi la gioconda en su anterior hubicación donde tenía un cristal pero se podía ver de mucho más cerca que ahora, por esa época estaban preparando la sala donde está ahora y no pude ver los grandes cuadros. Por lo demás totalmente de acuerdo con lo que nos has contado

D.

Miroslav Panciutti -

Me encanta París (qué original); justamente este verano pensaba escaparme unos diez días y al final no ha podido ser. Seguro que te lo has pasado fantàstico

Isabel -

Qué maravilla de escapadita... aún no he estado en París, pero intentaré hacerlo antes que los chicos crezcan demasiado ;)
Besos.

Brisa -

Paris, es una ciudad mágica y está muy bien esas pistas que dan, cuando vuelva las tendré en cuenta, porque alguna ya se me había olvidado jeje.

Deseo que haya sido un viaje lleno de bellos momentos y de conversaciones profundas aunque las hayan escuchado los comensales de las mesas vecinas ;)

Besitos

tejedora -

Búcaro: ¡Te echaba de menos! Me alegra que hayas estado en París. Estuve hace muchos años y ansío volver.
Recuerdo haber realizado muchos de los consejos que has puesto.
Un abrazo.