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El búcaro de barro

Estoy harta...

Estoy harta...

    Sí, estoy harta de este niño de mi clase que está todo el día incordiándome. ¿Por qué lo ha tomado conmigo? Todos los días me hace alguna cosa y estoy temiendo encontrármelo por la mañana en la clase. El otro día me mojó la silla de agua y me puse chorreando al sentarme. Todavía me acuerdo de cuando me metió una largatija en mi mochila o cuando en el patio, ni en el recreo me deja tranquila, me dio un balonazo en la cara que me dejó atontada. No me atrevo a decírselo a  mi padre, que me nota la cara desesperada con la que llego a casa, porque con lo bruto que es, puede armarla.

    Se me hace un mundo levantarme de la cama para venir al colegio y ver esa cara  perversa y burlona llena de pecas y granos. Quizás tendría que hablar con el director a  ver si esto se puede considerar un caso de esos de "mobbing" que dicen los periódicos. Algo tengo que hacer, lo que sí tengo claro es que el año viene pido en el concurso de maestros traslado a otro colegio, porque esto es inaguantable.

1 comentario

Teresa -

¡Hasta donde hemos llegado! En el colegio se ha pasado del respeto máximo, casi temor, al maestro al extremo contrario, en el que es el maestro el que le tiene miedo al níño como ilustra esta entrada. Por más que le doy vueltas no acabo de entender ni el como ni el por qué ni de quien es la culpa... hemos perdido el norte, eso lo tengo claro y el que todavía controla la brújula es el bicho raro. ¡Qué triste! Yo me siento orgullosa de controlar todavía un porquito mi brújula (un poquito, que también he caido en muchas cosas arrastrada por la corriente).