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El búcaro de barro

Día a día

Atardecer

Atardecer Ya bulle Cádiz con su famoso Carnaval en un anuncio del jaleo de los próximos días. Y, sin embargo, hay rincones como éste que hoy al atardecer presentaba esta imagen de intemporalidad y sosiego.

Fríos

Fríos

        Hay algunas frases, lapidarias o  sin importancia, que a lo largo de nuestra historia se incrustan en nuestra memoria y permanecen ahí a pesar de los años. Algunas son incluso aprendidas en las aulas de la universidad, entre ellas aquella en la que insistía nuestra profesora de Termodinámica: “los cuerpos no tienen calor, tienen temperatura, el calor sólo existe cuando se ponen en contacto dos cuerpos de diferente temperatura”. Nosotros mirábamos escépticos a través de las ventanas de aquella facultad salmantina y contemplábamos el río Tormes helado, candado le decían allí. Lo mismo del calor se puede decir para el frío y yo pensaba esta mañana que si los cuerpos no tienen frío, cómo podría estar yo tan aterido con aquellos 2 ºC que marcaba el termómetro. Concluía que el problema era que el calor se estaba escapando de mí, al contacto con el aire, y a gran velocidad.

            Ya sé que por otras tierras la temperatura es mucho más baja que por esta tierra sureña, pero aquí tenemos dos cosas en contra nuestra, que ese frío está aderezado por una  humedad que atraviesa las telas como cuchillos afilados y que aquí, nunca he sabido por qué, se supone que no hace frío y en las casas, nada preparadas para el frío, no se conoce lo que es la calefacción. Por eso no me extraña que un amigo madrileño, ya talludito, dijera que el día que había pasado más frío en su vida fue una noche de invierno en que tuvo que dormir aquí, suerte tuvo de que no le devorara algún oso polar. Pero como de todo sitio y ocasión puede obtenerse alguna ventaja, yo ya encontré la mía: ahorro mucho tiempo en planchar camisas, como van tan escondidas bajo el jersey, basta con plancharle los cuellos.

 

Dos mares

Dos mares

    Dos mares enfrentándose, hoy, al atardecer. El mar de agua y el mar de nubes. ¿Quién resultó vencedor? Me quedé sin enterarme, porque en pocos minutos llegó la noche y todo se volvió oscuro.

Feliz dos1000doce

Feliz dos1000doce

    La mañana se despereza, tras el trasnoche, con cierta dificultad. Nada parece haber cambiado, todo está como ayer, salvo los calendarios que se van colgando en las paredes. Ahora con muchas más hojas que el de ayer y con todas las páginas terminado el año en el 2.

La prensa y la televisión nos bombardean con palabras de significados similares: ajustes, recortes, medidas de contención, malos tiempos se avecinan... y al que se le ocurra colgar un gesto de incomodidad en su rostro, se le dice: ...y esto sólo es el principio!

       Las circunstancias se empecinan en incordiarnos, pero nada podrán hacer si somos capaces de rebelarnos contra ellas. Lo cambiable se intenta que vuelque, pero lo que no puede cambiar sólo es cuestión, con mayor o menor esfuerzo, de adaptarnos a ello e incluso de no dejar de azuzar esas ilusiones que siempre están dentro de nosotros. Hay cosas que no dependen de que la economía funcione bien, como el regocijarse cada mañana en el día que comienza, disfrutar de la compañía de la gente que queremos, dedicar unos minutos al día a hacer algo que nos guste o saborear esos ratos en que podemos sentirnos útiles a los demás.

           Es lo mismo de siempre, pero en estos tiempos de recesión con más motivo, el hacerse experto en encontrar esos ratos sencillamente felices en el interior de nosotros. Si lo conseguimos, ni los más duros presagios será capaces de enturbiar nuestra alegría.

Feliz Navidad

Feliz Navidad

    Hace años en estas fechas compraba una buena colección de felicitaciones navideñas y un pliego de sellos y durante horas me dedicaba a escribir. Era una excusa, para una vez al año, acercarme a gente que habían formado parte de mi historia y que ahora estaban lejos. Iba al león de correos y veía cómo iba desapareciendo aquel mazo de cartas en su boca. De esas pocas volvían, pero a pesar de ello seguí con esa costumbre,

Los tiempos evolucionarion y la forma de comunicarnos dio lugar al abandono del papel por los sms y las letras digitales y hoy hay otras formas muy diferentes de felicitar. A mí de todas formas me gusta siempre darle un puntito diferente, más personal con algo que no proceda de esa biblioteca sin fondo que es internet, como con este dibujo.

Así que desde aquí para los que:

-habitualmente siguen mis letras

-me conocen

-es su primera vez que leen mis letras

-bostezan o sonríen al leerme

-saben a qué me refiero

-están hartos de que le feliciten

-leen esto lejos de la Navidad

-se pregunten quién escribe esto

-para el que entra por casualidad

-para ti

-para todos

¡FELIZ NAVIDAD!

Escritura creativa

Escritura creativa

     Ayer por la tarde en el salón de actos de la fundación Caballero Bonald de Jerez de la Frontera, hubo una interesante sesión sobre escritura creativa, impartida durante cuatro horas por el escritor sevillano Julio Manuel de la Rosa.

      Con voz pausada fue introduciéndonos, con su experiencia en talleres literarios, en el mundo de la escritura, con la pregunta inicial de si se puede aprender a escribir y las dos teorías, voluntaristas y espontáneos, que hay al respecto. Nos indicó las cuatro fases de la escritura:

a) Invenire: invención de idea o palabra

b) Ordenación o disposición: el plan

c) Elocución o escritura del texto.

d) Corrección: el arte de tachar o corregir. Todo texto es mejorable.

     Dos opciones básicas en la escritura creativa: Describir y Narrar. Habló de los distintos tipos de descripción y en cuanto a la narración de su técnica y las características de la estructura narrativa. Señaló las narraciones más importantes del siglo XX. Toda la charla estuvo salpicada de textos de diversos autores que sirvieron de ejemplo a la teoría. Finalizó esta interesante sesión, que nos ayudó a acercarnos al apasionante mundo de las letras, con una metodología de análisis crítico sobre las lecturas.

      El búcaro no tenía la cámara de fotos,  pero sí un bolígrafo azul que, entre toma y toma de apuntes le sirvió para hacer este retrato del conferenciante.

¿Por qué?

¿Por qué?

    Durante un buen rato me pregunté esta mañana el porqué todo el mundo paseaba por la acera de la izquierda, mientras la de la derecha estaba totalmente vacía.

Vacaciones otoñales

Vacaciones otoñales

   Como tenía todavía unos días de vacaciones de este año, las he cogido a finales de noviembre. Da gusto romper el ritmo habitual del trabajo y dejar que la mente se solace en cosas más agradables. He pasado un día en Cádiz y disfrutado de ese contraste de las calles bulliciosas, que no suelo ver en la cotidianeidad de mi despacho rodeado de papeles. He aprovechado el buen tiempo y paseado junto al mar y me he dejado acariciar por el sol, descubriendo que estos pequeños ratos son de los que se pueden etiquetar con un letrero que ponga: felicidad.

Novela enigma, detectivesca, negra y policial

Novela enigma, detectivesca, negra y policial

     A esas horas de ayer sábado, en las que mucha gente aún dormía, se inició en la Fundación Caballero Bonald un interesante curso sobre la novela negra impartido  por la escritora Marta Sanz. Con tono erudito y ameno a la vez, en un ambiente que no tardó en sentirse agradable. Nos condujo a través de algunos de los grandes autores de este tipo de novela que al principio era más bien novela enigma, entre otros: Edgar Allan Poe, Wilkie Collins, Conan Doyle, Agatha Christie… Y nos citó algunas de sus obras y sus características principales.

            Nos enfrentó dos arquetipos dectetivescos muy diferentes como Sherlock Holmes (Analítico y que busca detalles objetivos) y Maigret (sintético y que busca captar los móviles ocultos de los personajes). Nos desafió en unos minutos a construir el arquetipo de un personaje detectivesco y a ello nos afanamos con algún que otro resultado. Habló de libros imprescindibles de leer y de las distintas visiones influidas socialmente o no de algunos autores.

            Terminó hablando de que el género negro es uno de los mejores ejemplos de la teoría de la intertextualidad, está relacionado con la novela enigma, influenciado también por la literatura de prestigio y con una gran relación con el cine.

            Una mañana en la que nos sumergimos gratamente en las palabras con la ayuda de Marta aquel grupo de amantes de las letras que allí nos encontrábamos.

Las primeras nubes

Las primeras nubes

     Ayer dando un paseo por la playa vi las primeras nubes de la temporada por este rincón sureño. A pesar de la amenaza de lluvias para este fin de semana, estas nubes famélicas y desvaídas se han ido deshilachando y no han provocado, ni por asomo, caída  de agua. El otoño se resiste a llegar. En la playa algunos toman el sol en bañador, mientras una bandada de gaviotas descaradas, posadas muy cerca, gritan como si quisiera expulsarlos de su territorio otoñal. Paseo en mangas cortas, el sol quema, mientras escucho música del mp3  y divago con mis ideas.

      No sé por qué me viene a la cabeza, la historia de P. Hace más de quince años, que por razones laborales lo conozco. Siempre me ha parecido un "pobre hombre", especialmente cuando viene a verme, de tal manera  que, si viniera conduciendo en vez de andando y le hicieran la prueba de la alcoholemia,  perdería todos los puntos de sopetón. La última vez que lo llamé a su casa pues tenía que ir a hacer unas gestiones, me cogió el teléfono su mujer y me vino a decir como en aquella frase que se hizo famosa en el 23f: "ni está ni se le espera"...porque está en la cárcel.

       Las siguientes noticias que tuve de él fue por una llamada telefónica de la trabajadora social de la cárcel, le había dicho que me llamara para un expediente que tiene pendiente de resolver. Lo que más me impresionó fue el saber que no tenía a nadie, ni familia ni amigos que pudieran venir a la oficina a recoger o traer los papeles. Se los envié por correo y hace poco los recibí por el mismo medio una vez completados por la trabajadora social. Pensaba qué le habría ocurrido para estar en esa situación, pero días después al abrir el periódico veo sus iniciales, que las conozco bien, inmersas en un juicio por violencia doméstica. Ahora comprendí muchas cosas... Pero hay algo que acabo sin entender, en todos estos años que marcan su vida ¿no tiene ni siquiera un amigo o un simple conocido?

Deambulando por las calles

Deambulando por las calles

     (Puerta en Calzada de Valdunciel)

        Me encantan los pueblos castellanos, tan distintos  en tamaños y colores a los pueblos, ciudades más bien por su tamaño, de esta tierra del sur. La semana pasada he disfrutado paseando por uno, en las horas del mediodía. Silencio roto por el repiqueteo de mis suelas sobre el asfalto y algún gorjeo que llega por el aire desde la rama de algunos de los escasos árboles. Aprovecho la cámara de fotos para robar instantes de esta quietud y poder luego recrearlos. La máxima altura es la de la torre de la iglesia, que bajo el patronazgo de Santa Elena, es testigo del camino de los peregrinos que van a Santiago por la ruta de la Plata. En las casas, calladas y de planta baja o con un piso, predominan los tonos beiges y ocres. Algunas en su dejadez externa muestran el abandono de sus vecinos, que parecen mantenerlas allí como retazos de un pasado familiar que se va desdibujando con el tiempo. Las nubes colorean el cielo con los tonos otoñales recién inaugurados.

     Suenan las campanas de la iglesia y en torno a ella y enfrente en el bar de la plaza observo a los únicos habitantes. Una joven madre cruza delante mía llevando a dos niños pequeños de la mano, que son como el anuncio futuro de que a pesar de todo en este  pequeño pueblo seguirá habiendo gente.

Por tierras salmantinas

Por tierras salmantinas

He recorrido más de mil setecientos kilómetros durante este fin de semana para acudir a mi cita anual con la ciudad de Salamanca. Siempre es bueno viajar cuando el motivo es un reencuentro con esos viejos amigos, de distintos puntos del mapa, que nos conocimos hace más de treinta años en las aulas de nuestra Facultad. Hemos compartido viejos recuerdos y las vivencias del último año en ese escenario único que supone el deambular entre los muros dorados de la ciudad charra. Un paseo conocido y que al verlo, cada año, con ojos nuevos nos encanta y enhechiza alimentándonos los deseos de volver.

         Hemos reiterado fotos en el mismo banco, para compararla con otras anteriores, comido menús exquisitos y otros tan castizos como el hornazo. He dormido dos noches en un sillón estrecho de un autobús, mientras mi cabeza oscilaba en medio del sueño. He gustado un paseo nocturno acompañado de la vista de las piedras luminosas y el rumor  del río. Me ha sorprendido gratamente el museo de automoción. Recorrí las calles solitarias de un pueblo de quinientos habitantes, solazándome en ese paisaje mesetario que tanta nostalgia me produce cuando está lejos. He capturado las cosas que he visto en muchas fotos y sobre todo…he disfrutado mucho.

Galopando

Galopando

          Los caballos galopando por las playas de Sanlúcar parecen estar huyendo de un verano, que tan rápido como al ritmo de esos pasos va quedando enterrado por el peso de las hojas caídas del calendario. Atrás quedan las huellas en la arena, tan breves como fútiles y con ellas los recuerdos, los momentos únicos o para olvidar, las ilusiones frustradas y todas las nostalgias que parecen acompañar al final de un verano.

         Ahora se introducirán en un tiempo diferente, no sólo de temperaturas más frías, sino de circunstancias más ordenadas, muchas veces dirigidas por la dictadura del reloj. Todo parece volver a la “normalidad” y las playas quedan vacías, reservadas para una elite de privilegiados mientras que casi todos se desperezan antes del amanercer y el cansancio va incrustándose en nuestros músculos en ese transcurrir  del día hasta esas otras horas en que el sol prontamente se retira a su refugio horizontal, acortando drásticamente las horas de luz.

         Tendremos una época, el otoño, que nos servirá para irnos acostumbrando, hasta que llegue esos días fríos, negros y lluviosos en que nos apetecería hibernar, pero siempre  en nuestro interior, seguiremos manteniendo el deseo ilusionante del próximo verano.

Solazándome

Solazándome

Aunque no soy  muy amigo de quebrantar las rutinas, por lo que tienen de romper esa seguridad cotidiana a la que ya uno está adaptado, siempre agradezco el poder disfrutar de unos días de vacaciones. En esta ocasión han transcurrido en un pequeño hotel de la sierra. El tiempo maravilloso, el cielo coloreado de azul y una brisa que revitalizaba y sacudía tensiones. En un rincón bien aprovechado de la parcela, una piscina, casi solitaria, en la que tumbado en la hamaca hacía largos ratos de relajamiento de mente, observando el cielo o el baile de las hojas. El rumor cadencioso y constante del agua envolvía el aire en una sinfonía a la que ayudaba el susurro de las ramas de los árboles, el agitar nervioso de las hojas de las macetas  y el trinar asincrónico de los distintos pájaros.

         Sobre una hamaca asoman unas piernas de tonos níveos, que desprenden suavidad desde la punta de los dedos de los pies, hermoseados por una pintura violácea, hasta las simétricas turgencias de sus muslos.

         Pendo mis sueños en el aire, hasta que al fin mi mano coge el bolígrafo negro y el cuaderno para detener esta escena y que quede anclada en mi memoria.  Al principio sólo son unas líneas suaves, casi invisibles, y perdidas que pretenden encuadrar el rincón, para ir luego reafirmándolas, oscureciendo el trazo y reavivarlo dándole sombras. Al final surgió esto del papel, no un retrato de la realidad, sino mi particular visión de aquel lugar y aquel instante que, para siempre, ha quedado plasmada por estas líneas negras.

¿Buenos aires?

¿Buenos aires?

    Tras un mes de julio y primeros de agosto de sol y temperaturas agradables, el tiempo ha cambiado en este rincón del sur. Las temperaturas han subido hasta los treinta y cuatro grados, las ventanas de las casas permanecen cerradas y las persianas bajadas hasta media altura y cuando se sale a la calle un abrigo hecho de aire caliente nos rodea y dificulta, en cierto modo, hasta respirar con fluidez.

    De tres a seis de la tarde las calles se descubren  solitarias, como las de un pueblo fantasma y sólo osan pasear  los visitantes que deben aprovechar cada hora de las que tienen, que para eso les está costando la estancia en el hotel. Cuando el día  declina la gente empieza a salir, una acera sigue solitaria, la del sol, y la otra se va notando ya bulliciosa. Las terrazas de los bares empiezan a llenarse hasta que no se encuentra una mesa libre y un ligero viento nocturno parece relajar el día. Para los dueños de los negocios son buenos estos aires de levante, pero yo en verano prefiero mil veces el viento de poniente.

De cumple

De cumple

   Hay un día en el año que es un poco diferente a los demás: te llaman, te mensajean y te llegan correos llenos de buenos deseos; para a partir del día siguiente un número más añadirse a tus datos y acompañarte en los próximos 365 días. Hoy ha sido ese día. Hace años me "deprimía" un poco, no tanto por el hecho de cumplir años sino porque se le olvidara a algunas personas que me importaban. Con los años, afortunadamente, las sensaciones han cambiado. Me gusta cumplir años y me siento a gusto avanzando hacia delante en el camino de la vida. Lo importante es hacerlo con salud y con esa sensación, más o menos engañosa, aunque no importa, de que las arrugas y todo sus entornos, se van colocando en los sitios donde mejor sienta. Y si no sientan tan bien...tampoco importa mucho porque la vista se va "acortando" para ayudarnos a ello.

Al sur de mi sur

Al sur de mi sur

    Aprovechando la algarabía jaleosa de las fiestas de mi pueblo, que llega a convertirse en molesta e incómoda, he escapado durante un largo fin de semana más al sur de mi sur. Siempre es bueno disfrutar de la quietud preveraniega de este pueblito ya conocido de otras veces y desde cuya playa se divisan ya los montes de Africa. Es maravilloso dejar que el tiempo pase, sin prisas y desde la hamaca de la piscina, dejarme acariciar por el sol, leer, escribir y sobre todo soñar.

        El viento de levante tan habitual por esta zona, ha sido mi acompañante de estos días, así como el sabor del atún, que se pesca allí enfrente, elaborado en distintas recetas. De vez en cuando son necesarios momentos como éste, que detengan mi vorágine diaria y poder pasear junto al mar, contemplando un espectáculo como éste en que me hago consciente de que estoy respirando...

Sólo en la cocina...

Sólo en la cocina...

...escuchando Onda Melodía, entre humos. La olla expréss expulsa vapor oliendo a puré de verdura. La tapa de la otra olla borbotea mientras los macarrones se cuecen. La luz de la tarde, entrando por la ventana, estalla sobre el mantel de la mesa. Mis manos huelen a cebolla. Un pájaro se posa en el alféizar de la ventana.

    Sólo en la cocina, escuchando Onda Melodía, logro encontrar un minuto para sentirme feliz.

Escena escolar

Escena escolar

       Sucedido el otro día en una clase de 2º de ESO. Está la profesora, licenciada en Historia, escribiendo un resumen en la pizarra para que lo copien sus alumnos y pone la palabra “revelión”. Algunos de los alumnos empiezan a comentar por lo bajini hasta que, al fin, uno más osado, se atreve y levanta la mano:

-¿Profe, usted ha aprobado lengua?

-¿Por qué lo dices?

-Porque ha puesto rebelión con “v”.

-Pues claro, se escribe con “v”.

            Nooooo, se atreven a decir coralmente varios. Ante esta duda que surge en la clase,  la profesora pide un diccionario y al buscar dicha palabra, descubre con cierto asombro que se escribe con “b”. Lo corrige en la pizarra y probablemente piense que están bien estos cuestionamientos en  clase. Ahora todos, incluso ella, se acordarán de poner la "b" a rebelión.

                Hay que rebelarse contra ignorancias que se revelan así. Y luego nos quejamos del fracaso escolar…

A vueltas con la tecnología

A vueltas con la tecnología

           Hay circunstancias que aunque se diferencien en matices de alguna otra anterior, cuando suceden no puedo dejar de pensar que estamos ante un “déjà vu” de algo ocurrido hace unos días.  Ha sido esta mañana en el trabajo, tras volver del paréntesis impuesto por la Semana Santa, pero esta vez le ha pasado a una compañera mía: el monitor de su ordenador no funcionaba.

            Ésta es más espabilada que mi compañero y no me dice nada, llamando directamente al departamento de informática, para decir que no funciona su monitor. Empiezo a quitar cables, aunque me mira un poco “mosca” y algo molesta, diciéndome que ya ha comprobado las conexiones y que no funciona y comienza a mandar la incidencia desde otro ordenador. Aprovecho mientras está tecleándola para quitar y poner el enchufe de la conexión. Un par de minutos después al encender el pc el monitor enciende en todo su  esplendor.

-¡Anda, ahora enciende, de pronto!

            Sin palabras, cada día me noto más curtido en la paciencia.