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El búcaro de barro

En la soledad de la playa

En la soledad de la playa

        Hoy era un día perfecto de verano para aquella ansiada excursión a la playa. Había amanecido un sol radiante y aprovechando que su marido estaría todo el día fuera, ella preparó las cosas para disfrutar el día con él, junto al mar. Siempre conducía ella. Él se sentó a su lado, sin parar de lanzarle miradas cargadas de amor.

-Seguro que te gusta donde te voy a llevar es una cala solitaria de la que me hablaron el otro día.

         Él, por toda respuesta, sonrió.

         Detuvo el coche junto a la playa y ella extendió su mirada deslizándola por aquellas arenas desiertas. En pocos minutos ella se desvistió quedando adornada su piel, solamente por un sucinto y coloreado biquini que aderezaba sus curvas. Él revolcaba su cuerpo desnudo por la arena, sabedor de que ella no le quitaba su mirada de encima. Ella se sentía tan feliz que tuvo algo de remordimiento al recordar a su marido.

         En ese instante, él semejando los andares de un felino, se acercó a cuatro patas a ella, quien abrió los brazos para acoger, pegada a su piel, la desnudez de él. Entonces, ocurrió algo mágico que ella nunca olvidaría: él la miró a los ojos, sus labios húmedos de saliva se entreabrieron y por primera vez en su vida le dijo eso que ella llevaba tanto tiempo anhelando escuchar:

-¡Ma-má!

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