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El búcaro de barro

La mesa redonda

La mesa redonda

       Durante mis años de estudio adolescente, estudiaba sobre una mesa redonda y ¡a mí no me gustaba! Lo que me parecía adecuado para jugar a las cartas o tomar café, nunca me lo pareció para estudiar.  Pero tuvieron que pasar años hasta que pude hacerlo en una mesa rectangular. Desde entonces, siempre que he estudiado, escrito o trabajado ha sido en mesas con esquinas. Nunca supe muy bien la razón de aquel gusto mío, si era algo emocional o más bien espacial.

        Pero ayer hubo un artículo que al leerlo me recordó esto, se refería a la reciente publicación de cuatro cuadernos inéditos de la escritora Marguerite Duras y el artículo terminaba con el último texto de último cuaderno en que Marguerite Duras decía lo siguiente:

        "Se está mal en una mesa redonda; los codos no reposan y no se pueden apoyar para descansar de escribir, y cuando se escribe están en el vacío, y si uno no se da cuenta en seguida se dice: "No sé lo que me pasa, estoy fatigado", y es a causa de los codos que no reposan en la mesa".

           Me alegra saber que no soy el único que huye de las mesas redondas...¡qué poco me parezco al rey Arturo con lo que aquel disfrutaba con aquella Tabla Redonda!

7 comentarios

Supra TK Society -

Keeping looking and listening and keep my brain active. We are never too old to learn. It's a good behavior.

manuel -

en mi casa siempre hemos tenido esa mesa redonda,donde pasabamos las veladas moviendo el brasero y tapandonos con las naguillas(mesa camilla)

miroslav Panciutti -

Es curioso cómo uno siente incomodidades confusas durante tiempo y de pronto viene alguien y le cuenta el motivo que las explica. A mí me ha ocurrido con otras cosas (no con las mesas redondas) y, cuando ha sucedido, se me han agolpado distintas sensaciones. La primera es un poco de asombro, al ver que lo que yo creía que era algo propio, personal, le ocurría también a otros. La segunda, algo parecido a la vergüenza: mira que no haber caído en una causa tan obvia. La tercera es como de pérdida: ya no es lo mismo, casi hasta deja de incomodarme. En fin, es curioso.

pitijopa -

Lo que ocurre, -a mi modo de ver- es que ha tenido que venir una mujer tan sabia como era Marguerite Duras a explicarnos el porqué de la incomodidad de la mesa redonda; que tán cómoda es -como bien dice piti- para jugar a las cartas o tomar café con los amigos, arropados con las enaguas y el braserillo que aún por estos pueblos de alta montaña, se usan.

Saludillos!!

prometeo -

Curiosas cosas de la vida, es asi, a mi me pasa lo mismo, los codos bien apoyados en la mesa y con el cuerpo ligeramente echado para delante.
Un abarzo.

Pequena Langosta -

Sera porque somos cuadriculados? A mi tampoco me gustan las mesas redondas. Como echo de menos esa n espanola de pequena... y esas tildes! Un abrazo desde Londres

Sur -

¡Otra a las que no les gustan las mesas redondas! Me cuesta adaptarme a ellas, con el paso de los años y las prefiero como las que te gustan. Debido a su forma, sobre todo al contorno, se me caen muchas de las cosas que pongo encima.
Jajaja, las nagüillas de la foto son parecidas a las que le pongo en invierno.
Un abrazo.