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El búcaro de barro

Recursos inhumanos

Recursos inhumanos

  Última novela publicada por el escritor y guionista francés Pierre Lemaitre, que fue premio Goncurt en 2013. Trata de un ejecutivo en paro, antiguo jefe de Recursos Humanos, cercano a los sesenta años, Alain Delambre. A estas alturas de su vida ha perdido toda esperanza de encontrar un trabajo y trabaja en algún trabajo menor de poca categoría. Se le ofrece la posibilidad de entrar en una empresa como ejecutivo, en su desesperación por conseguir el puesto de trabajo eso le llevará a engañar y estafar hasta a su familia más cercana y a llegar a extremos a los que nunca pensó que llegaría.

   Novela interesante, ágil y con una cierta comicidad a pesar de la tragedia que la tiñe y de ver como una persona aparentemente normal es arrastrado por las circunstancias hasta límites insospechados.

Un cadáver en Port du Bélon

Un cadáver en Port du Bélon

  Cuarta novela de Jean-Luc Bannalec. Otra aventura del peculiar comisario parisino Georges Dupin, cada vez más adaptado a la vida y las costumbres de la Bretaña. En este caso aparecerá un cadáver que desaparece, luego aparece otro. ¿O es el mismo?

    Como todos los anteriores me ha encantado. Sigo conociendo un poco más la bretaña, sus costumbres y las leyendas celtas. Si en el anterior se desarrollaba la acción en las salinas, en esta ocasión será en torno a criaderos de ostras. Interesantísimo todo lo que se dice sobre las ostras y su cultivo, tan característico de aquella zona de la Bretaña y tenidas por verdaderas exquisiteces.

      Espero con ganas la llegada de su quinto libro!

Un crimen bretón

Un crimen bretón

        Tercera aventura del intrépido comisario parisino Georges Dupin, personaje salido de la imaginación del escritor Jean-Luc Bannalec, seudónimo de Jörg Bong, autor alemán de origen bretón, nacido en 1966. Los dos primeros libros fueron “Misterio en Pont-Aven” y “Muerte en las islas”.

            En esta novela este comisario parisino, que lleva ya cinco años intentando acostumbrarse a las peculiaridades de la Bretaña, acudirá a la zona de Guérande, Gwenn Rann que en bretón significa el “país blanco”,  por su paisaje lleno de salinas. A una de estas salinas acudirá Dupin, siguiendo una pista y lo que se trataba de una simple visita, acabará a tiros y produciéndose más de un asesinato. Al no tener jurisdicción en la zona tendrá que trabajar con la comisaria de la región y ello originará algún que otro choque con su peculiar individualismo en sus investigaciones.

            Debo decir que si los dos primeros libros me gustaron, éste tercero me ha encantado. El estilo de Bannalec es muy atractivo de leer, no sólo por la intriga policíaca, sino también por las descripciones tan pormenorizadas del paisaje que, por un lado, permite visualizarlo de manera atractiva y, por otro lado, lo hace tan atractivo que invita a conocerlo más.  Yo los leo con el google al lado, descubriendo imágenes y historia de las ciudades y paisajes que cita. En esta ocasión, además, habla de las salinas y de todo el proceso de extracción de la sal que resulta muy interesante.  Aparte del personaje del protagonista, perfectamente caracterizado, concienzudo y reflexivo, siempre acompañado de su libreta de notas y de su viejo móvil, hay otros personajes, como los dos inspectores y su secretaria, que se van haciendo habituales. Se han rodado también algunas películas para televisión. Concretamente el viernes pasado emitieron una por televisión.

            No me extraña que, gracias a estos libros, haya crecido el número de turistas en la Bretaña e, incluso, se han organizado rutas turísticas que siguen las aventuras de Dupin. Yo, por mi parte, estoy deseando empezar ya la cuarta novela, ya que estas lecturas me hacen pasar un rato agradable.

El misterio de Pont-Aven

El misterio de Pont-Aven

   Una deliciosa novela de misterio protagonizada por el comisario Georges Dupin, un comisario parisino que desde hace poco más de dos años y medio ha sido trasladado a la Bretaña francesa. Un lugar muy diferente a la capital en todos los sentidos, pero que en general hace que se sienta a gusto. Comienza el relato un siete de julio, pero la placidez veraniega del protagonista es interrumpida por un asesinato en un pueblo cercano Pont-Haven, donde para colmo su comisario está de vacaciones y él se verá obligado a sustituirlo. La víctima es Pierre-Luis Pennec, propietario del famoso hotel Central, en el que a finales del siglo XIX se alojó el pintor Gauguin y otros pintores pertenecientes a la llamada "Escuela de Pont-Aven" (Ojo a ese cuadro que aparece en el enlace, será fundamental en la historia). El comisario con una agudeza que no decae y la ayuda inestimable de sus dos inspectores y su secretaria, tendrá que unir las piezas para resolver este rompecabezas que amenaza con enturbiar la tranquilidad veraniega de este bonito paraje.

     La trama no decae en ningún momento, pero además de esto me han gustado las referencias que reparte el autor entre sus líneas, por un lado a la faceta artística de estos pintores y por otro a la cualidades geográfico-turísticas  y gastronómicas de la zona y las peculiaridades del carácter bretón. Estas referencias, alimentan, sin duda, el deseo de saber más y a informarse y conocer con más profundidad aquella interesante región de la Bretaña. A situarse a lo largo de los distintos lugares geógraficos por los que discurre la historia ayuda este mapa, tran atractivamente diseñado por Renata Ortega. Un libro para disfrutarlo.

   Del autor no conocemos su nombre sino el seudónimo que utiliza, Jean-Luc Bannalec. Recientemente ha sido publicada en Alemania la segunda parte de las aventuras del comisario Dupin, que ya espero con muchas ganas de leerla.

"Como todos los años, el aire traía consigo un aroma increíble. Pescado fresco asado en grandes parrillas sobre ascuas de leña. Dupin casi se desmayaba de hambre. Pensó en ir a probar uno de esos deliciosos filetes de atún: casi crudos, asados solo vuelta y vuelta al vivo calor de las brasas. Se le hacía la boca agua solo con pensarlo, pero decidió que no. Lo que más necesitaba era estar solo un rato. A lo mejor más tarde se pasaba un momento por el festival. Nolwenn estaría allí, seguro, y también algunos otros conocidos".

Dibujando del natural

Dibujando del natural

          Se sentía un poco nerviosa, era la primera vez que dibujaba un cuerpo desnudo del natural. Estaba en el dormitorio que compartían. La luz de amanecida atravesaba los visillos y se desparramaba sobre aquel cuerpo desnudo, que tan bien conocía, y que le serviría de modelo.

         Retiró su ropa interior del sillón para sentarse con su cuaderno abierto sobre sus muslos, también desnuda, para solidarizarse en sensaciones. De su cartuchera sacó un lápiz HB. Éste le vendría bien para hacer ese dibujo, que iba a resultar inolvidable. Aspiró el olor a madera del lápiz y no pudo dejar de evocar sus años escolares.  Le gustó el ruido que provocaban sus dedos en la cartuchera, le recordaba al ritmo de la bachata: uno, dos, tres, cuatro…, buscando el sacapuntas. Lo encontró en el fondo y sacó punta al lápiz hasta conseguir que no tuviera más grosor que un pelo, como le decía, machaconamente, su profesor de dibujo.

         Posó su mirada sobre el cuerpo desnudo que se le mostraba desde el colchón, se regodeó en aquellas formas masculinas por la que sus dedos, como si fuera un camino de peregrinación, habían recorrido kilómetros. Tengo que mirarlo con ojos de artistas, pensó. Y calculó la manera más adecuada de encuadrar aquel cuerpo dentro del papel, todavía en blanco.

         Las primeras líneas de grafito  abocetaron sutilmente la figura sobre el papel. Tras engarzar las líneas principales de la figura, empezó a esbozar, someramente, las distintas partes de su anatomía. Le gustaba el orden y empezó por dibujar la mata de pelo ondulado que descansaba sobre la almohada. Parecen olas espumosas, pensó al dibujar las primeras líneas, pero dejaron de parecer espumas en cuanto las fue oscureciendo. Diseñó las cejas y delineó sus párpados cerrados a través de los que asomaban unas largas pestañas negras, que desde que lo conoció, siempre la habían seducido. La nariz firme y un tanto aguileña brotó en el papel. Los labios entreabiertos dejaban adivinar sus dientes. Intentó darles esa carnosidad que ella, muchas veces, había degustado con fruición, pero no terminaba de lograrlo. Tuvo que sacar la goma blanca y borrar hasta tres veces, insistió y al fin sonrió con casi el mismo tipo de postura de aquellos labios, si es que se podía decir que estuvieran bosquejando una sonrisa…

         El cuello ligeramente inclinado hacia un lado.. Empezó con el hombro izquierdo, eran brazos poco musculosos pero bien torneados. Delineó con delicadeza el escorzo que provocaba el brazo doblado acabado en la mano, que bajo su sombra ocultaba la redondez de su ombligo. Dibujó muy lentamente la mano, las falanges de aquellos dedos largos que tanto le habían provocado. Perfiló las uñas y procuró insuflarle vida a aquella mano a través de sus pliegues. Se felicitó por el resultado y se fue  al otro hombro. A través del la parte superior del brazo asomaba el vello negro de su axila, que ella oscureció con su grafito. Éste brazo caía a lo largo del colchón hacia fuera y la mano, con los dedos juntos y curvados hacia arriba, le semejó la forma de la mano que ella ponía, en aquellos días de calor sofocante veraniego, para beber agua de la fuente de la plaza del pueblo. Una simple sombra bajo la mano le sirvió para indicar que descansaba sobre el suelo.

         Dio forma a su pecho y a su barriga, se detuvo en ella, decididamente tomaba mucha cerveza. Ni siquiera la postura horizontal le hacía disimular aquellas bruscas ondulaciones que le provocaba la grasa allí acumulada. Detuvo su mirada en su pene que se curvaba semi oculto por el matojo negro del pubis. ¡Qué diferente ahora de cuando estaba el plena euforia! Mejor no pensar en ello. Terminó de ennegrecer el vello y pasó a la pierna izquierda. Le costó trabajo y varios borrados de goma el lograr la adecuada perspectiva de la pierna, era complicado porque tenía que destacar el pie y la pierna prácticamente no se veía. La pierna derecha fue algo más sencilla de dibujar, gracias a la leve inclinación que tenía, lo que originaba que la postura fuera menos compleja. Le costó especialmente la articulación de los dedos de los pies, pero una vez terminado acabó satisfecha del resultado.

         Ya dibujada la figura, se dispuso a dar las sombras correspondientes,  como si jugara con las luces que iluminaban el cuerpo desnudo de su modelo. Con la creciente habilidad que le habían dado muchos años de práctica, las sombras con mayor o menor energía elaboraron tan artísticamente aquella figura que parecía surgir de la hoja en blanco. Parecía como si de un  momento a otro fuera a levantarse… Una nube negra pareció surcar su pensamiento y sus cejas se fruncieron.

-¿Levantarse?-pronunció esta palabra en voz alta.

-¡No!- gritó-no se volverá a levantar.

         Atropelladamente se dirigió hacia la cartuchera. Me falta colorear, pensó. Comenzó a sudar. Notó sus axilas muy húmedas. De nuevo, le resonó el ritmo de la bachata: uno, dos, tres, cuatro…hasta que apareció el rotulador que buscaba. Una mancha roja cubrió el pecho de aquel dibujo y unas líneas que brotaban de una raja, exactamente igual a la que tenía el modelo.

        Lo que no dibujó fue el cuchillo que estaba en el suelo, manchado de sangre y fuera del encuadre. Instantes antes, en cuanto se durmió, se lo había clavado en el pecho. Ya no volvería a violarla más, como lo hizo tantas veces en los últimos años. Aquel día del caluroso verano, decidió redimirse del sufrimiento oculto de tantos años, sin pensar que las clases de dibujo iban a ser el medio para ello.

Dejó su obra, ya terminada, sobre la mesa de noche y, a través del móvil, llamó a la policía. Cuando llegaron, tras examinar el lugar, le pusieron las esposas. Antes de salir por la puerta echó una última mirada al dibujo que, tan fielmente, retrataba la escena de aquel crimen. Entonces, se dio cuenta de un terrible olvido: ¡no había firmado el dibujo!

Perdida

Perdida

    Novela escrita por la periodista y escritora norteamericana Gillian Flynn (Kansas, 1971). Nos narra la historia de una pareja Amy y Nick, que aparentemente tienen todo, pero por problemas laborales y familiares deben trasladar su domicilio de Nueva York a un pequeño pueblo de Misouri. El día en que van a celebrar el quinto aniversario de su matrimonio, Amy desaparece. Poco a poco todas las pistas van convergiendo en Nick, que se ve envuelto en una tela de araña de la que no sabe como despegarse. 

    Se mezcla narración en primera persona con diarios íntimos, dando continuamente giros a la historia. En 2014 se llevó esta historia al cine protagonizada por Ben Afflec.

     Una historia distraída, que he leído hasta el final, pero que no me ha gustado lo suficiente como para engancharme y leerla rápida.

Donde los escorpiones

Donde los escorpiones

      Los seguidores de esta entretenida saga de la pareja de guardias civiles Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, siempre agradecemos la llegada de un nuevo episodio de sus aventuras. En este caso, en el noveno libro de sus aventuras nuestros protagonistas deberán salir de nuestras fronteras a investigar el asesinato de un militar español en una base del ejército español en Afganistán. La víctima, en trámites de separación, ha sido asesinada por una instrumento de labranza local. La investigación a tantos kilómetros de España tiene unas connotaciones que la hacen originales y deberán descubrir si el asesino ha sido alguien de dentro o de fuera de la base.

     Me gusta el tono, cercano y no exento de un cierto sentido del humor,  en que está escrito en primera persona por Bevilacqua y ver como los personajes van "madurando" en sus circunstancias y opiniones a lo largo de los años. En esta novela, al contrario que en otras anteriores, he echado de menos más profundización en los personajes, pero creo que ello se compensa con la manera de mostrarnos el contexto en que se desarrolla una misión español en el extranjero. Sus palabras nos muestran una fotografía cercana del ambiente de la base y de algunas de las ocurrencias de sus moradores. Sin duda un libro que me ha gustado.

"Quienes somos tú o yo para juzgar lo que son y lo que hacen los que han tenido que vivir y salir adelante ahí, donde los escorpiones, adonde fueron a parar por su torpeza o porque alguien los envió, porque no lo pensaron bien ellos o no lo pensaron bien otros.Qué sabemso podemos saber de cómo se decide o se deja de decidir cuando tienes rota o desencajada la máquina de tomar decisiones."

El hombre que olvidó a su mujer

El hombre que olvidó a su mujer

    A medida que se cumplen años descubrimos que la memoria va fallando, pero lo que no es tan habitual es el caso de Vaughan, que se despierta en un vagón de metro sin saber quién es y a dónde va. Tras ese extraño fenómeno es ingresado en un hospital, donde sigue sin recordar nada, hasta que aparece su amigo Gary, que le va ayudando a recordar su pasado. Con él se detiene en una casa de la que ve salir a una atractiva mujer, Gary le informa que es su mujer de la que se está separando...

    Poco a poco irá rescatando su pasado y descubrirá actitudes que no le gustan de sí mismo. Tendrá que reaprender muchas cosas y algunas serán muy diferentes a las de su "anterior"vida. Escrita en primera persona es una novela divertida y que,  a la vez, invita a pensar. 

    Escrita por el escritor inglés John O’Farrell (1962).

Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York

Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York

   Nos encontramos aquí ante un libro publicado en 1971. Es el único libro publicado por su autora, la guionista de famosas series de televisión, Gail Parent (Nueva York 1940). 

   Es la historia, escrita en primera persona, por una judía gordita que, desde el principio, nos enteramos que ha decidido suicidarse a sus treinta y un años al seguir siendo soltera. Tiene un tono cómico y en él se atisba la desesperación creciente de Sheila cuando van pasando los años, el tipo de vida y las relaciones que tiene, pero la imposibilidad de casarse. Me ha sonado como demasiado "norteamericana", recordándome a algunas de aquellas series cómicas de los setenta. A pesar de que, para la época se escribió, hay ideas que podrían resultar avanzadas, el paso de tiempo las ha hecho envejecer. Se lee con facilidad, aunque en algún momento me ha llegado a aburrir.

El corazón del árbol solitario

El corazón del árbol solitario

      Este libro está planteado como muchas historias de amor. Amor a una tierra, Camboya, y a los más necesitados. Nos relata la historia de Enrique Figaredo, Kike, pero además en ella aparece acompañado en su camino de muchas otras personas con nombre propio. La historia está escrita por José María Rodríguez Olaizola, jesuita, sociólogo y escritor que ha compartido un tiempo con Kike en aquellas lejanas tierras.

     Kike nació en Gijón en 1959. Siente la llamada a la vida jesuita y tras sus primeros años de formación se marcha, en primer lugar a los campos de refugiado de Tailandia y luego a Camboya. En este país donde, durante muchos años, ha desarrollado una inmensa labor, siendo nombrado obispo. Ha sido el artífice de que en un  país en el que hay miles de mutilados como consecuencia de las minas, estos puedan tener una vida diferente gracias a sus sillas de ruedas. Hoy Kike es conocido en todo el mundo como “el obispo de la silla de ruedas”.

       A través de sus páginas descubriremos el camino seguido por él. Un camino no siempre fácil, pero sí ilusionante. Su lectura hace pensar y no deja pasivo, si estamos abiertos nos contagiará de sus sueños y el entusiasmo de su experiencia.

    “El reto, enorme, que tenemos es ir mucho más allá. No ser tan solo gente que se conmueve ante una historia que nos lleva casi hasta las lágrimas, porque conjuga al tiempo dolor e infancia, pero que luego olvidamos. La sensibilidad y la capacidad de conmovernos ante el dolor de los más pequeños, de los niños, es algo necesario, pero no es suficiente. Si nuestra mirada se queda tan solo ahí, en el corazón encogido y el lamento por lo que no debería ocurrir, no basta. Necesitamos que estas historias echen raíz en nuestra entraña, para generar respuestas. E incluso esto es insuficiente, si solo nos ponemos en marcha ante las cosas de niños.

Necesitamos romper la burbuja de lo emotivo y lo infantil para vibrar –y responder- ante todo sufrimiento injusto, ante toda tragedia ajena, ante todo grito de auxilio. He ahí el camino de la compasión verdadera.”

 

 

Polvo

Polvo

         Nueva entrega de la forense Kay Scarpetta, la protagonista preferida de las novelas de la escritora norteamericana Patricia Conrwell (Florida, 1956). “ Lo que sí es Scarpetta es una compañía estupenda en mi tarea de escritora y no me imagino dejar de escribir sobre ella" dice la autora en una entrevista. Es la creadora de “trhiller” forense, antes de que se conocieran las andanzas del CSI. En este caso es el nº 21 de la serie de Scarpetta, ella vuelve a casa tras trabajar en la escena de unos peores asesinatos en masa. Es llamada por el agente Pete Marino para comunicarle el descubrimiento del cadáver de una mujer asesinada. Se pondrá a trabajar en la resolución de este crimen, contando con los personajes que habitualmente la acompañan: el ya nombrado Marino, su marido Benton y su sobrina Lucy, en algunos momentos intentando superar las dificultades que les impone el propio FBI.

         Me he leído  todas las novelas de la serie y debo decir que, a pesar de que Scarpetta durante mucho tiempo llegó a ser mi personaje preferido de ficción, este libro me ha decepcionado y no me ha atrapado como lo hicieron otros libros de la serie. Me ha dado la sensación de una escena demasiado estática y falta de agilidad. Espero que en sucesivas entregas me cambie esta sensación que me ha producido esta historia.

 

W de whisky

W de whisky

    Cuando un personaje de novela se hace habitual es casi como tener un amigo invisible. Eso es lo que sucede con Kinsey Millhoine, la intrépida investigadora privada creada por la escritora norteamericana Sue Grafton.  Esta historia forma parte de la serie “alfabeto del crimen” donde cada historia empieza por una letra sucesiva. En esta caso va ya por la número veintitrés, que comienza con la W y en la que sigue sin decaer el pulso narrativa que esta escritora imprime a todas sus novelas.

     Kinsey, es una detective del pueblo de Santa Teresa que desarrolla su actividad en los años ochenta. Es una investigadora que en algunas ocasiones nos recuerda a los detectives  clásicos del genéro, pero que, a la vez, manifiesta unas características muy peculiares.  Avanza paso a paso en la resolución de los casos, es inteligente y respetuosa de la ley, y va poco a poco entrecruzando indicios y atando cabos, como en este caso, hasta relacionar dos muertes ocurridas casi al mismo tiempo y que, aparentemente, nada tienen que ver.

    Nuestra heroína es acompañada de una serie de personajes que completan el elenco del ambiente que la rodea.  Así aparece, como en otras ocasiones, su casero y su octogenaria familia o asoman brevemente algunos de los hombres con los que tuvo una relación amorosa, aspecto en el que ella no es demasiado afortunada.

     Esta historia es una buena ocasión para seguir  disfrutando de esa escritura, que no decepciona, de Sue Grafton o una buena ocasión, si no se conoce, para entrar en sus letras y animarse,  posteriormente, a seguir leyendo ese “alfabeto” tan peculiar.

 

La legión perdida

La legión perdida

   No me resulta desconocido Santiago Posteguillo, este escritor valenciano nacido en 1967 y que se ha hecho un merecido hueco en la literatura por sus novelas situadas en el mundo romano. Ya me había leído su trilogía sobre Escipión y hace tiempo que leí las dos primeras de Trajano, por lo que al salir el desenlace de la historia de este emperador me apeteció mucho el leerla y desde luego no me ha decepcionado.

   La legión perdida perdida se refiere a los miles de soldados romanos de Craso que fueron hecho prisioneros tras su derrota con los partos. Ciento cincuenta años después Trajano quiere expandir el imperio romano hacia tierra de los partos. Los legionarios, a pesar de su confianza en su emperador que no ha perdido ninguna batalla, no pueden dejar de tener en mente a la legión perdida. En sus páginas aparecerán cuatro grandes civilizaciones: romanos, partos, la India y China; de las que acabaremos conociendo bastantes.

     Son algo más de mil páginas, pero la habilidad del autor para enlazar los hechos reales y perfectamente documentados con situaciones y personajes novelados, convierten esta historia en algo apasionante y cuya lectura fluye entre los dedos. Hay distintas subhistorias que se cruzan con habilidad hasta llegar a un final perfectamente armónico. Y el lector no puede dejar de  sentirse atraído por los personajes. Me han gustado las seis novelas que he leído de Santiago Posteguillo, pero ésta para mí es, sin duda, la mejor.

La chica del tren

La chica del tren

   Una novela de las más vendidas en los últimos meses. Su autora es la escritora británica Paula Hawkins, nacida en 1972 en Zimbabwe en 1989 se trasladó a vivir a Londres. Escribió distintas novelas románticas sin mucho éxito, hasta hacerse famosa con esta novela de misterio, que tardó en escribir seis meses.

    Nos cuenta la historia a través de tres mujeres: Rachel, Megan y Anna, que van tomando la voz de la novela, pasando de una a otra. Rachel es una joven alcohólica a quien su marido Tom la ha dejado por Anna. Rachel viaja todos los días en el tren, como si fuera a Londres a un trabajo del que fue despedida varios meses y no puede dejar de mirar a través de la ventanilla, las casas del antiguo barrio en el que vivía y donde todavía vive su exmarido. Esta aparente inocua distracción, hace que se meta en un verdadero lío a raíz de una desaparición que se produce en ese barrio.

    Es una historia distraída, pero que a mí me ha decepcionado un poco, como suele ocurrir cuando hay un libro que se hace famoso y todavía no has leído, que las perspectivas suelen ser tan altas que difícilmente se alcanzan. Al principio tardé darme cuenta de que hablaban tres personajes diferentes y el final no me gustó.

La amiga estupenda

La amiga estupenda

   Primer tomo de la tetralogía escrita de forma magistral por la escritora Elena Ferrante. El primer misterio es la personalidad de la autora, pues se desconoce quién es, pues su nombre es un seudónimo, llegando a decirse que, incluso, podría tratarse de un hombre.

     Con una mirada hacia atrás se nos va narrando la historia de dos amigas Lenu, que es la narradora,y Lila. Conocemos el barrio de Nápoles en el que van creciendo y un grupo de familias del barrio, creando un pequeño universo de personajes bien delimitados, con los que se relacionan. Nos enteraremos de lo que sienten, de sus amores, de sus peleas en el barrio. Escenas, algunas, que me recuerdan a películas del neorrealismo italiano.

       Tras terminar este libro, entran ganas de seguir leyendo los siguientes para saber lo que la vida les depara a estas dos buenas amigas.

La década que nos dejó sin aliento

La década que nos dejó sin aliento

     He leído unos cuantos libros de Juan Eslava, escritor jiennense nacido en 1948. Aparte de escritor se ha dedicado a la enseñanza como catedrático de inglés de instituto. Fue premio planeta en 1987 con su novela "En busca del unicornio". Ha escrito varios libros con el seudónimo de Nicholas Wilcox. Me encantó "La lápida templaria" y la trilogía templaria que escribió también con este seudónimo.

   En este libro nos narra, de una manera documentada y amena, diez años fundamentales en nuestra historia reciente, de 1973 a 1982. Con la ayuda de algunos personajes ficticios nos retrata estos años de nuestra transición democrática y nos ayuda a conocerlos mejor. Son años que están relativamente cercanos , pero que conviene no olvidar, porque mucho de lo que hoy somos procede de esa historia. Un libro que vale la pena leer.

De Madrid al cielo

De Madrid al cielo

          Hace ya mucho tiempo viví durante cuatro años en Madrid. Siempre me agobió el estrés con el que allí se vive, siempre corría por las calles, sin saber muy bien por qué,  por lo que agradecí volver a la vida de provincias. Desde entonces me gusta volver de vez en cuando, siempre con la seguridad de que llevo en el bolsillo el billete de vuelta, para recorrer sus calles y disfrutar de las muchas posibilidades que tiene. Tras la resaca navideña he pasado allí unos días, he  evocado viejos lugares y conocido otros nuevos. Me gusta admirar, con visión de turista, aquellas cosas diferentes a las de mi cotidianeidad habitual y, en ocasiones, me asombro con ellas.

           El tiempo no ha acompañado demasiado, lluvia y viento frío en una pugna constante con un sol invernal que, a veces, durante algunas horas, conseguía vencer a dichas inclemencias. El domingo llovía bastante, no era agradable el paseo y decidí volver a visitar la Fábrica de  la Moneda. Es curioso hacer el recorrido de la moneda en la historia de la Humanidad y, concretamente, en nuestro país. Se ven monedas viejísimas y otras más recientes que aún tenemos en la memoria, como las ya antiguas pesetas. También se fabrican allí los sellos, hoy casi extintos por ese correo electrónico que ha sustituido al postal., y los boletos de lotería o tarjetas identificativas o sanitarias.

                Pero lo que más me gustó e, incluso, llegó a emocionarme de aquella visita no  fue nada que tuviera que ver con lo allí expuesto. Entrando en la sala de Grecia clásica, se exponían algunas fotos de estatuas griegas acompañando a monedas de la época, acostumbrado a recorrer aquellas salas solitarias, me sorprendió encontrarme con una pareja de ancianos que acompañaban a dos niños, previsiblemente sus nietos, que tendrían ocho y seis años. En el momento en que entré en la sala, la abuela deambulaba, distraída en la contemplación de las monedas, mientras el abuelo, un anciano de alrededor de ochenta años, de voz  cavernosa y firme sostenía un bastón en el aire señalando hacia una de las fotos.  Los nietos con papel y bolígrafo en la mano no  perdían de vista la mano y las palabras de su abuelo:

- Esa escultura que veis ahí, lo debe poner en algún lado, es muy famosa… Aquí lo pone…es el discóbolo de Mirón. Id tomando nota!

Los niños apoyaban el papel en la pared y escribían con caligrafía redondeada y lenta sobre el papel. El abuelo esperaba pacientemente a que tomaran nota y proseguía:

- Esa mujer es una Venus, la de Praxíteles…-y dictaba lentamente para que los niños pudieran anotar tan complicado nombre.

        Y así, sucesivamente, los nietos como aplicados alumnos iban culturizándose y anotando datos en ese papel. Me gustó ver a esos niños con ese papel y bolígrafo tan atentos a su abuelo.

        Puede que, algún día, cuando ya peinen canas, encuentren, en un cajón, ese garabateado papel y entonces, se acuerden de aquel día lejano de lluvia donde el cariño de su abuelo se les manifestó en aquella visita a la Fábrica de la Moneda, en la que ya no olvidaron nunca, una de las obras más importantes de Praxíteles.

Justo antes de la felicidad

Justo antes de la felicidad

    Novela de la autora francesa Agnès Ledig (1973), que es comadrona en Obernai, una pequeña localidad cerca de Estrasburgo. Comenzó a escribir, como terapia, cuando uno de sus hijos enfermó de leucemia y se ha convertido en una de las nuevas voces de la narrativa francesa. Éste es su segundo libro publicado, pero el primero que escribió y ha sido galardonada con el premio de los libreros Maison de la Presse 2013.

     Paul acaba de ser abandonado por su mujer tras treinta años de convivencia, un día se fija en Julie, cajera del supermercado en dónde él compra. No sabe nada de ella, una joven de veinte años que mal vive intentando sacar adelante a su hijo de tres años. Este encuentro propicia, intuición de Paul?, a que él invite a pasar unas vacaciones en su casa de Bretaña, con él y su hijo viudo, a Julie y su hijo.

Todos los personajes llevan detrás unas historias de desgarros que les impide caminar con alegría, pero se empezarán a establecer unas relaciones que ayudarán a cauterizar las profundas heridas que llevan. Un libro doloroso y, a la vez, optimista y cargado de esperanza, para pasar un rato agradable.

"Paul mira de vez en cuando por el retrovisor. De pronto toma conciencia de lo absurdo de la situación y comprende el rumiar de su hijo. Sin embargo, presiente que esa chica será beneficiosa para Jérôme, y que probablemente será algo recíproco. Está harto de reflexionar durante días, semanas y meses enteros antes de actuar. Las decisiones que se toman cuando te da una ventolera tienen la ventaja de ser espontáneas y sinceras. Ayudar a una persona con dificultades a cruzar la calle hace que te sientas bien durante un buen rato. Lo curioso es que Paul tiene la intuición de que con Julie será así no solo un rato, sino buena parte de la vida. A veces tiene uno impresiones que son difíciles de explicar. Quizá en este momento se sienta más libre y feliz de serlo. Julie se beneficia de ello porque se han conocido en el momento y el lugar adecuados."

Nadie dijo que fuera fácil...

Nadie dijo que fuera fácil...

              Llegamos a este mundo, aunque ya no me acuerdo, sorprendidos ante todo lo que veíamos, con esas caras sonrientes de nuestros padres que nos auguraban que lo que venía tenía que ser bueno. Empezamos a caminar y las caídas subsiguientes nos crearon nuestras primeras cicatrices, pero nada que ver con las que vendrían más tarde. Con esas otras cicatrices que provocaba el no entender a los demás y las primeras soledades. Quisimos hacernos mayores y llegó un momento en que, ¡ilusos!, empezamos a sentirnos “maduros”, incluso nos atrevimos a irnos de casa en esa búsqueda desesperada e incierta de “nosotros mismos”, dejando atrás ese calor del hogar familiar.

                Pero esa búsqueda no iba a ser sencilla. Me acuerdo de las prácticas de Química Orgánica en la facultad, era como hacer una receta de cocina. Cogías la hoja, amarilleada por las salpicaduras de los compuestos químicos, y sólo era cuestión de ir echando los gramos exactos de cada reactivo y calentar el tiempo necesario, salvo algún imprevisto, siempre se obtenía el producto esperado. En cambio en esta búsqueda de nosotros hacia la felicidad nunca hay recetas para alcanzarla y continuamente damos palos de ciego. Lo que es bueno para unos es terriblemente perjudicial para otro. Alimentamos nuestra búsqueda de lo que leemos, de lo que nos dicen o experimentan los otros, pero principalmente de lo que nuestra experiencia y nuestras meteduras de pata nos van indicando y vamos intuyendo, a veces después de muchos golpes.

                Hay esos momentos esenciales de nuestra vida, donde te sientes empujado a tomar una decisión, crees que para ser fiel a ti tienes que tomarla, a pesar de lo que ello puede suponer de dolor previo para ti y los demás, porque piensas que si no te decides, esa infidelidad a ti mismo a la larga perjudicará más a ti y a todos. Este año he tenido que pasar por eso. No ha sido fácil, no es fácil…nadie lo dijo… pero sigo pensando que fue necesaria.

                Eso me hace vivir una Navidad diferente, silenciosa, frugal, alejada de cualquier tipo de bullicio. No digo que sea mejor ni peor, pero es la que tengo y como tal procuro disfrutarla y extraer lo mejor de ella. Estoy seguro que en un rato esto se llenará de “gente”, de todas esas personas a las que quiero y que cada día me ayudan a caminar con su cariño. Mientras tanto, sobre la mesa alumbrando ese silencio tintinea levemente la luz de una vela que me acompaña.

                Sé que no entra mucha gente por aquí, pero si eres uno de ellos, te deseo, de corazón que tengas una feliz y luminosa Navidad!

Vigilando el sueño

Vigilando el sueño

    El dormir es algo imprescindible y un buen sueño nos ayuda a enfocar el día con fuerza y alegría. Muchas veces se convierte en un problema, cuando es dificultoso, intermitente y el insomnio intenta vencerlo. Otras veces es tan necesario como reparador cuando nuestro cuerpo, tras el esfuerzo del día parece arrastrarse hasta la cama, que parece acogernos con sus brazos invisibles. 

      El sueño, en algunos casos, nos obliga a dormir con un ojo "abierto", como cuando cuidamos en la noche a un enfermo o estamos atentos al cuidado de un bebé. Pero está el caso opuesto, un sueño especialmente dulce, cuando nos sentimos relajados y plácidamente nos dejamos introducir en sus fauces. Y, sobre todo, si tenemos a alguien al lado que "vigile" nuestro sueño. En ese caso, a pesar de estar dormido, percibimos como nuestros párpados se impregnan de la ternura de esa mirada ajena, que nos cuida y protege de cualquier posible peligro. Nos podemos abandonar, de una manera especial, a ese descanso sabiéndonos queridos por esa mirada única que nos contempla con mimo y, sin aguantarse, en algunos momentos acaricia nuestro rostro con caricias de seda. 

      Quien cuando duerme tiene a alguien al lado que vigile su sueño, sin duda, que tendrá el más maravilloso de los sueños...y de los despertares!